Más educación, menos estadísticas

Jessica Elodia Martínez Martínez*

En nuestro país un gran porcentaje de mujeres hemos sido víctimas de alguno o varios tipos de violencia, desde la infancia, la  adolescencia, en la edad adulta e incluyendo la vejez, mujeres de todos los estratos sociales estamos expuestas a las violencias por extraños y conocidos, lo cual se intenta estudiar y comprender desde las divisiones territoriales en el presente trabajo.

He radicado en el estado de Nuevo León toda la vida y desde los 5 años de edad en el municipio de Guadalupe, pero aun así,  no conocía el grave problema de violencia hacia la mujer que existe, basta mencionar que es el municipio que tiene mayor índice de violencia familiar denunciada con 14 casos por km2; seguido por San Nicolás con 10.6 casos, y Monterrey con 8.2 casos, cifras altas considerando el promedio de 4.8 casos por km2 en el área metropolitana (Cerda y Story, 2008,pp 87-92).

Un segundo estudio, el ENDIREH 2011 sitúa a la violencia emocional como la principal en el país y también en el estado con un  89.20%, seguida por la violencia económica 56.40%, la física 25.80% y por último la sexual 11.70%.

Los datos anteriores son útiles desde el punto de vista académico y podría ahondar en datos estadísticos; sin embargo podríamos correr el riesgo como se ha señalado de “perder la perspectiva al reducir o clasificar la violencia hacia las mujeres” como “violencia de género”. Nos hace perder de vista toda la relación que la violencia guarda con el ejercicio del poder y cuyo máximo representante es el Estado. Al llamar a la violencia de género, el culpable aparece como el  que ejerce la violencia directamente, haciéndonos olvidar que detrás de cada individuo está el Estado, quien, en última instancia, tiene la obligación de proteger a los ciudadanos/as” (Jauregui 2006, pp 13).

Los mayores esfuerzos relacionados con  la violencia hacia la mujer son estadísticos y orientados a enmendar o reparar los daños, en menor medida informativos, pero no preventivos.

¿Qué es violencia?

Violencia es según Galtúng (1969, p. 167) “el resultante entre lo potencial y lo actual”, es decir, la diferencia entre los derechos humanos plasmados en leyes o reglamentos y la realidad diaria que viven las mujeres mexicanas es violencia, esa enorme brecha que se amplía en algunas zonas del país y se reduce en otras, sin desaparecer nunca, es violencia.

Define también tres tipos de violencia: la directa (ejem. un golpe), la estructural (ejem.feminización de la pobreza) y la cultural (ejem. lenguaje que legitima o justifica la violencia). Hay casos donde estos tres tipos de violencias se hacen presentes agravando la situación de las mujeres.

La violencia además, se ha institucionalizado y normalizado dentro de las familias, en un gran porcentaje las mujeres son conscientes de las violencias recibidas pero consideran estos “asuntos de familia” por lo que el porcentaje de denuncia se sitúa por debajo del 30% con innumerables razones y justificaciones. La institución de la familia se convierte de esta forma en protectora del abusador y no de la víctima.

Luna de miel.

La violencia no es lineal, tampoco es repentina, hay conceptos que todos los hombres y mujeres deberíamos conocer para observar, evaluar y rectificar a tiempo. Existe un ciclo de la violencia y se divide en tres fases cuya duración es variable, estas son: fase de tensión, pérdida de control y luna de miel, esta última es necesaria para que la víctima no decida abandonar o alejarse del abusador.

Algunas personas suelen tomar los mejores recuerdos de la fase de luna de miel para soportar el siguiente ciclo de violencia. Tras cada ciclo de violencia la victima pierde confianza en sí misma.

Escalada de violencia.

Es un modelo que deberíamos conocer hombres y mujeres, la violencia es psicológica, luego verbal, aumenta al grado de violencia física y/o sexual y por ultimo homicidio y/o suicidio. No es tan fácil como se lee, las transiciones son sutiles y dependen también de la respuesta de la víctima, existen mujeres que jamás fueron agredidas físicamente, pero el desgaste por la violencia psicológica fue tal que llegan al suicidio como única opción para librarse de su situación. Lamentablemente no siempre el divorcio o separación acaban con la violencia, en casos complicados se convierte en una nueva excusa para que el abusador continúe o se dispare la violencia.

Educación.

Sin duda, la única forma de prevención es la educación, pequeños cursos de inteligencia emocional y un buen ejemplo desde la niñez son clave para erradicar la violencia estructural y en buena medida la cultural, para la violencia directa se debería realizar una propuesta alternativa y seria ya que la denuncia no es camino para muchas mujeres de nuestro país, recordemos que el 70% de los abusos no son denunciados.

Al gobierno federal, estatal y gobiernos locales un llamado enérgico ya que el no accionar, normalizar y consentir el aniquilamiento continuo de un sector de su población como lo señala Jáuregui está cerca de convertirse en Terrorismo de Estado.

 

*Militante de Morena desde 2012, empleada IMSS, actualmente desarrollo trabajos de organización de comités en el distrito 11 de Guadalupe, NL.