Xóchitl Gabriela Borunda Flores. Chihuahua, Chihuahua
Aquí adentro, justo al entrar, (esto no es una casa, es nuestro imperio) encontrarás el castillo errabundo, su poderío de cartón corrugado recorre todos los espacios hasta encontrar el lugar donde cantan las palomas. No piensen que el mar azul azul de intensa tinta es sólo una bañera. Aquí los piratas enfrentan a los corsarios de su majestad, y las olas embravecen hasta llegar al borde del castillo que mueves sus cimientos de goma un poco más allá. Al final de nuestro imperio habita la pequeña alquimista, que cuenta cuarenta veces una cuarentena, es mi hija que inventa el mundo que un día —diosa— habrá de nombrar. Claro, existe el afuera. Afuera los turbios ríos, los terribles, los incendiarios, amos y señores de cualquier enfermedad, amigos de cualquier pandemia. Pero los muros que levantan los niños, esos muros con la vocación de vela al viento, ¿Quién se atreve a derribarlos?