Entre dolores y luchas

Martha Adriana Cota Sánchez*

¿Por qué se usa y se tira en un basurero el cuerpo de una mujer ultrajada, por qué el cuerpo “usado” se convierte en basura, en mercancía desechable? Un mundo donde el dejar hacer, dejar pasar tiene sus paralelos en el “usar” y “tirar” ¿Qué Estado permite, tolera y solapa crímenes de lesa humanidad a sus mujeres?

La muerte de las mujeres expresa opresión sexo/ género, la desigualdad entre lo masculino y lo femenino, son manifestaciones de dominio y hegemonía patriarcal, clase social e impunidad. Estamos ante un tipo de violencia en la que la causa de la agresión no es una discrepancia ideológica, la posesión de un bien –sea éste un lugar de poder o producto material concreto– sino la mujer misma, su cuerpo, su vida.1

Feminicidio vs asesinato de mujeres

Feminicidio es la palabra correcta que usamos las mujeres para referirnos a estos asesinatos, por ser una de las dimensiones más desgarradoras y sensitivas de la violencia masculina.

El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres. En el feminicidio concurren en tiempo y espacio, daños contra mujeres perpetrados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas. No todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos seriales; los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos: parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo; también son perpetrados por desconocidos y anónimos y por grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales; sin embargo, todos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles, maltratables y desechables.
Y, desde luego, todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres.

Para que ocurra el feminicidio contribuyen de manera criminal, el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión de autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes. Hay feminicidio cuando el Estado no ofrece a las mujeres garantías y condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa, o en los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento. Más aún, cuando las autoridades no realizan con eficiencia sus funciones. Por eso el feminicidio es un crimen de Estado.

El feminicidio se conforma por el ambiente ideológico y social de machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, y por ausencias legales y de políticas de gobierno, lo que genera condiciones de convivencia insegura para ellas, pone en riesgo la vida y favorece el conjunto de crímenes que exigimos esclarecer y eliminar.

Qué queremos las mujeres

México vive una profunda crisis económica, política y social; las contradicciones llevan una vez más a la calle protestas masivas de trabajadoras y trabajadores, campesinas y campesinos, obreras y obreros, colonos e indígenas, y de todos ellos, tendrá que surgir un nuevo orden.

Bordar sobre el tema del Estado neoliberal, la violencia y muerte de mujeres, obliga a imaginar otro tipo de nación. Una nación cuyo Estado social sea feminista, buscamos la construcción de un Estado no patriarcal; un Estado que garantice el disfrute universal de los derechos humanos; un Estado social que recupere su función redistributiva y el carácter universal de los derechos sociales y considere entre sus ejes la socialización del trabajo, del servicio y trabajo familiar (antes llamado doméstico), es decir, que el cuidado de la existencia humana sea una responsabilidad social y política asumida por el Estado y no únicamente por las mujeres.

En el abanico multicolor mexicano, están las madres y familiares en busca de sus hijas, las mujeres trabajadoras de las maquiladoras, todas engrosando las filas del movimiento de resistencia contra un Estado que no promueve justicia. Viven cada día la lucha por construir otro Estado, que sí garantice políticas gubernamentales que permitan a la población el bien vivir y el buen morir de todas y todos los mexicanos.

 

* Socióloga. Maestrías en periodismo político y estudios latinoamericanos. Promotora Cultural UAM-Xochimilco.

 

1 V. Sau (1993), El fin de una imagen tradicional, Barcelona, Icaria.