La democracia de las mujeres desde la tribuna

Martha Adriana Cota Sánchez*

Primero el voto

Las mujeres visionarias que organizaron el movimiento sufragista reconocieron en la coyuntura electoral la posibilidad de luchar por la igualdad política en la toma de decisiones, que incluyera las demandas, necesidades y libertades de las mujeres, a través de los derechos políticos formales de la democracia moderna: votar y ser votada.

Bajo el yugo de estructuras creadas por y para los hombres, la lucha por el reconocimiento y diversificación de las distintas formas de organización política propuestas por las mujeres implicó encarar al patriarcado. La invisibilización del derecho a ser humanas sigue cobrando vidas y el ejercicio de la violencia recrea formas desgarradoras en todos los tiempos.

Feminismo, visión política y trabajo

 La ideología ha definido el tipo de política a la que se afilian las mujeres. Los matices y posiciones varían en un universo impregnado por tufos derechistas o de posiciones variopintas tamizadas por el partido, la moral, la religión, la posición socioeconómica vinculada a preceptos religiosos herederos del conservadurismo clerical. Otras, dan por sentado que no necesitan declararse feminista, para defender los derechos de las mujeres en términos de equidad e igualdad.

Por eso es necesario precisar que el feminismo está necesariamente vinculado a la emancipación y autonomía de las mujeres y a las libertades sexo-genéricas; a la libertad sexual y reproductiva, al aborto, la libre elección de la maternidad, de la pareja, de las formas de vida, contra el racismo. Banderas que llevadas al campo electoral buscan su expresión en leyes y derechos, es decir, el entorno garantista de la libertad humana.

El abandono del Estado social y el despojo provocado por la apertura comercial y los efectos del modelo neoliberal (del cual hoy somos testigos/as de su decadencia) han sido para el proyecto político de la izquierda (primero con el PRD y hoy con morena) banderas de lucha que recolocaron los derechos civiles y sociales, expresados en programas de gobierno y apoyo asistencial, como la posibilidad (limitada) de resarcir el profundo deterioro provocado, no por la falta de recursos, sino por el saqueo de los gobiernos del PRIAN durante los últimos treinta y cinco años.

Los efectos del neoliberalismo han significado reformas regresivas que pusieron en crisis a todas lasinstituciones electorales, políticas, económicas y sociales; que expresadas en procesos de privatización, relegaron a un papel marginal a las organizaciones sociales y los movimientos ciudadanos. Los despidos masivos, el cierre de industrias productivas, la conversión de empresas manufactureras a importadoras y, más recientemente, la privatización de los sectores energético y petrolero generaron en conjunto la reducción de trabajadores/as sindicalizados bien pagados; el crecimiento del trabajo irregular enel sector formal e informal; el aumento de empleados que reciben bajos salarios, y cada día, un mayor número de pensionistas y jubilados/as en riesgo de perder sus prestaciones y seguridad social.1

Foto: Virginia Barrera. Jornada de protesta, 2017.

Retos de la democracia

En efecto, tenemos un diagnóstico de cada segmento impactado por el modelo neoliberal, el Estado, la soberanía, el territorio y sus recursos naturales; la venta de tierras (que visibiliza también el neo-colonialismo indígena), litorales y reservas ecológicas, a través del despojo de empresas nacionales y trasnacionales. Los trabajos compilados en las Memorias del Primer Taller “La Mujer y el Trabajo en Ciudad de México” y el Segundo Taller “DerechosPolíticos de las Mujeres en la Ciudad de México”,2 dan cuenta de eso.

El epicentro del modelo neoliberal se ubica en el tipo de relaciones laborales impuesto. Las contrarreformas a la Ley Federal del Trabajo legalizaron, entre otras, la desregulación del salario (pago por horas u obra determinada, honorarios) y la flexibilización de la jornada laboral.3Para el caso de las mujeres, se consolidó un esquema de sobreexplotación, a través de la reproducción social de la familia, del trabajo doméstico, del trabajo a domicilio, por catálogo, cuidado de los enfermos y de las/osadultos mayores; por eso, es fundamental replantear el esquema de relaciones laborales neoliberal y recuperar el derecho al salario y trabajo estable, remunerado y digno, y por supuesto a la seguridad social universal.4

Ante la privatización, la pérdida de soberanía y empobrecimiento de la nación mexicana, generados durante los gobiernos neoliberales, se enaltece el gran reto de gobernar y transformar al país con un nuevo proyecto de nación. La democracia de las mujeres tiene la tribuna.

1Para una revisión amplia del proceso histórico de reformas y contrarreformas neoliberales impuestos en cada sexenio de 1982 a 2012, recomiendo consultar los libros coordinados por Ana Alicia Solís de Alba, Max Ortega, Abelardo Mariña y Nina Torres, publicados por editorial Itaca, en <http://editorialitaca.com.mx/catalogo/&gt;.

2Consultar en <www.mujeresmorenaciudaddemexico.org>.

3Para analizar el proceso de las contrarreformas a la Ley Federal del Trabajo sugiero consultar: Max Ortega y Ana Alicia Solís de Alba, Neoliberalismo y contrarreforma a la legislación laboral (1982-2013), Itaca, México, 2015.

4Véase Ana Alicia Solís de Alba, El movimiento sindical pintado de magenta. Productividad, sexismo y neocorporativismo, Itaca, México, 2012.

* Socióloga. Maestría en Estudios Latinoamericanos. Maestría en Periodismo Político. Promotora de Difusión Cultural en UAM-X.