Pido la palabra

Ana Rosa Pérez Lemus

En una expresión literal, en estos tiempos de lucha, de revolución de pensamiento contra el sistema añejo, desgastado de las corruptelas cínicas de esas que resultan cómicas y a la vez irónicas, en donde solo van quedando las palabras lejanas llenas de impunidad, represión, muerte, el sin sabor de volver a pronunciarlas porque se atoran al recordarlas que hasta llegan a desgarrar la piel. Las palabras que construyen la memoria, vivencias, sueños personalidad, efectos en presente y futuro, que aportan energía, y emoción a las expresiones, se diluyen, a algunas se las lleva el viento generalmente se acompañan por acciones y movimientos que regeneran, que dan pauta a otras palabras emanadas de lo cotidiano, de lo extraordinario, son instrumentos de paz y de guerra, medios para construir puentes. Las palabras nuevas sanan y dan vida, las palabras dejadas en el tiempo, duelen y laceran y no se olvidan, quedan ahí esperando esa voz que aclama justicia. Pero también existen las palabras que salvan vidas, que te hacen caer en un precipicio que resulta liberador, que hace que se sienta intensamente la vida, son un medio de expresión auténtico, de los seres que conforman las colonias, la ciudad, los pueblos, los estados, las naciones y del planeta entero. Reflejan realidad, también otorgan en el silencio y confirman hechos. Absorben, sueltan, producen resultados, atienden a garantizar una reacción, son rechazadas algunas de ellas, son esperadas otras tantas, son cómicas que predicen una carcajada, son tristes y predicen el llanto, son alegres, son arte que crea motivos, son contratos que demuestran amor, desamor, agreden, unifican, censuran, quitan, ponen, dan. Son los recursos creativos de la vida, los pilares de construcción de historias que desnudan el alma. La palabra da poder, son una actitud que brota, que hace puentes, que se sienten, que vibran, que atraen en donde se abre a la oportunidad de diálogo de un encuentro que se representa en el sentir del espíritu, un viaje al interior de la conciencia para encontrarse a sí mismo. Las palabras atacan la marginación de la vida, se concentran y se sienten, la cosa es dejarse tocar y apalabrarse.