Martha Adriana Cota Sánchez*
El Movimiento Regeneración Nacional (morena) ha sido desde su creación, una organización política que ha abierto espacios de participación, particularmente, para las mujeres de todo el país.
Este reconocimiento político tiene asideros en los efectos devastadores que dejaron a su paso los gobiernos encabezados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN), caracterizados por sus políticas de corte neoliberal. Destacamos los efectos económicos, los políticos, los sociales, los laborales, de seguridad e inseguridad, el aumento de las violencias y la cancelación de los derechos sociales, tales como la educación, la salud, la alimentación y los medios básicos para el desarrollo de las personas y sus familias; que tuvieron como efecto inmediato, la sobrecarga del trabajo de las mujeres en el cuidado de la familia. Familias integradas por niñas y niños, personas de la tercera edad, con alguna discapacidad o una combinación de todas ellas, han recaído en la atención, cuidado, trabajo y dedicación de las mujeres sin importar su edad.
Esta caracterización nos da elementos para evidenciar que el sistema capitalista en su fase neoliberal se ha sostenido, en gran medida, por el trabajo doméstico y de cuidados que día con día hacen las mujeres para sus familiares; sin importar la edad, el estado civil, la actividad laboral dentro y/o fuera de casa; esta caracterización es útil también para reconocer la llamada “doble jornada” que se multiplica según las necesidades de cada situación familiar.
Por lo tanto, las funciones sociales de la seguridad social, del cuidado, salud, atención y bienestar de la población han recaído en el trabajo, tiempo y vida de las mujeres, generando su empobrecimiento, el trabajo excesivo, la privación de su desarrollo educativo, cultural, personal y emocional. Estas son algunas de las consecuencias que trajo consigo el proceso de privatización de los servicios y de las funciones del Estado reducido a su mínima participación.
En otras colaboraciones de esta revista en voz alta, hemos acudido a referencias bibliográficas del trabajo teórico e intelectual de Ana Alicia Solís de Alba, quien ha puesto especial énfasis en este argumento central, al caracterizar al Estado neoliberal como un Estado mínimo.
En palabras de Solís de Alba:
El Estado mínimo implica menos participación directa del Estado en la planificación en detalle y en la planificación de los recursos que fuerza a unos a ayudar a otros (en palabras de Robert Nozick) es decir, menos intervención directa en la producción, distribución y consumo de las mercancías —en la dinámica del mercado— y menos intervención en el bienestar social —en la reproducción de la fuerza de trabajo—, dejándolas ambas en manos de los particulares.1
Hoy sabemos que la privatización de las funciones sociales del Estado mexicano, a través de Organizaciones no gubernamentales, o de Organizaciones de la Sociedad Civil2 o dedicadas a la filantropía, se convirtieron en un entramado de corrupción por medio de la transferencia de recursos del gobierno, muchos de estos recaudados a través de impuestos, se trasfirieron a particulares que lucraron y simularon atender las demandas de servicios que la población reclamaba.
El arribo de un gobierno de corte social, que tiene como centro de su política el bienestar de la población, que acerca no sólo programas sociales de apoyo a la sociedad en general, sino, destina recursos que directamente son recibidos por las y los ciudadanos, hace la gran diferencia.
Gobernar para “los pobres” no es un eufemismo, el Estado mínimo neoliberal dejó en la bancarrota al Estado mexicano. Remontar en todos los terrenos las carencias y necesidades cotidianas, locales y nacionales es un gran reto. Y si a esto se suma el andamiaje de la corrupción, que se convirtió en la forma de hacer política y gobernar del pri y del PAN, los retos se multiplican.
La política social de bienestar es la clave del gobierno para mejorar la atención, calidad, distribución y acceso para todas y todos a los servicios de la seguridad social y al derecho al trabajo remunerado sin discriminación e igualdad salarial.
En este contexto es fundamental la participación de ocho mujeres en el gabinete, y el aumento en la dirección en distintos niveles de gobierno. En el marco del recién proceso electoral, morena logró triunfos históricos al resultar electas cinco gobernadoras en sus respectivos estados: Baja California, Campeche, Colima, Guerrero, Tlaxcala que se suman a la Jefa de Gobierno de Ciudad de México. Cuatro presidentas municipales (Acapulco, Chilpancingo, Mexicali, Tijuana). En el Congreso de la Unión ganó un amplio número de mujeres, particularmente, las mujeres de morena lograron 63 escaños por representación de mayoría y 38 plurinominales. En la Ciudad de México cuatro Alcaldías serán dirigidas por mujeres: Iztapalapa, Milpa Alta, Tláhuac, Venustiano Carranza.
La nueva configuración del Estado mexicano con la participación de un mayor número de mujeres, que deseamos cuenten con formación feminista, será fundamental para impulsar las agendas encaminadas a resolver los problemas estructurales de la política social, laboral, de la económica, de justicia y de derechos humanos. Entre el gobierno y los movimientos sociales, las políticas de la Cuarta Transformación (4T) y morena, tienen la gran oportunidad histórica de caminar y consolidar la construcción de una agenda para legislar y garantizar políticas sociales donde las mujeres logren salir de la anquilosada vida de cuidados y trabajo doméstico sin remuneración.
Los derechos humanos de las mujeres deberán ser garantizados. La seguridad y la vida sin violencia pueden ser una realidad en nuestro país. La justicia para las mujeres debe ser letra corriente.
La participación de las mujeres es fundamental en este gobierno. Desde las colonias y los barrios, las representaciones locales de la organización vecinal y los más altos niveles de gobierno, la 4T será feminista o no será.

* Socióloga. Maestría en Estudios Latinoamericanos y también en Periodismo Político. Promotora de difusión cultural. Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco.
1 Ana Alicia Solís de Alba, «Movimiento de mujeres. Búsqueda de espacios y caminos”, en Ana Alicia Solís de Alba, Enrique García Marquéz y Max Ortega, La sucesión presidencial en el año 2000, Itaca, México, 2000, pp. 141-154.
2 Para profundizar sobre el tema, recomiendo el trabajo de Nina Torres Baños, «Las ONG mexicanas: instrumento de la privatización de funciones estatales. Balance y perspectivas», en Ana Alicia Solís de Alba, Max Ortega, Abelardo Mariña Flores y Nina Torres Baños, Recesión capitalista, privatizaciones y movimientos sociales, Itaca, México, 2009, pp. 249-261.