Mujer Militante
Rosa Martínez
El Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo, no sólo es una fecha que representa un importante acto de reivindicación para las mujeres. También es el día que conmemora de manera simbólica el esfuerzo por elevar su espíritu transformador.
A este valor sin duda podríamos agregar más, e innumerables y positivos calificativos, pero vale la pena rememorarlos a través de un breve recuento de acontecimientos que, por sí solos –en una línea del tiempo imaginaria–, quedaron registrados en la historia por su alta carga transformadora, y en la que muchas mujeres lucharon por el conocimiento, los derechos y valores que asumieron propios para hoy y siempre.

La historia del 8 de marzo está marcada por situaciones que muestran un escenario complejo y abundancia de acciones que enclavaron vestigios desde la antigüedad, y en contexto de conflictos, por ejemplo, desde la primera guerra mundial, la Revolución rusa, la lucha por el sufragio, las pugnas entre socialistas y sufragistas, y el auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Hoy los cambios que se producen en el mundo nos exhortan a reflexionar y exigir que ninguna mujer permanezca aislada, excluida o marginada. Los espacios de discusión, negociación y concertación se han abierto, y en ellos las mujeres participan; su incidencia en las políticas públicas, su activismo y el empoderamiento es inminente.
Debemos mantener fijos los objetivos para lograr la equidad e igualdad de derechos y oportunidades, la eliminación de todas las formas de violencia, acoso y discriminación contra las mujeres; mejores condiciones sociales, laborales, políticas y culturales; aquellos que las mujeres han exigido desde finales del siglo XIX.
Sin embargo, desde la antigüedad y hasta hoy se conocen eventos que ponen de manifiesto la potencial capacidad de las mujeres para transformar su entorno y su incidencia en la vida pública. He aquí un breve recuento.
En Grecia, en el año 411 a.C. se representaba por primera vez una obra de teatro del dramaturgo Aristófanes, Lisístrata (en griego Λυσιστράτη _“la que disuelve el ejército”), donde de manera velada, el escritor griego describía la primera rebelión llevada a cabo por mujeres y registrada en la historia, y ésta era de carácter sexual.
Y es que, debido a las continuas luchas que mantenían Atenas y Esparta, las mujeres de ambas ciudades decidieron iniciar una huelga de sexo para lograr que los hombres depusieran las armas. La revuelta era idea de la ateniense Lisístrata, quien plantea al resto de mujeres de la “polis” la solución para acabar con la interminable guerra del Peloponeso: la abstención sexual. El pacto se había propagado por las ciudades y tuvo la repercusión esperada: los combatientes de ambos frentes detuvieron las batallas.
En Alejandría, Egipto, el antiguo centro de la ciencia, la cultura y el arte, el 8 de marzo del año 415, un severo acto de violencia sucedió contra una mujer; la matemática, astrónoma y filósofa Hipatia, sucumbió ante una turba de cristianos que la asesinó con extrema crueldad y se ensañó con sus restos. Tanto el clero como los monjes de los desiertos vecinos, y los llamados “parabolanos”, seguían los dictados del obispo, y no vacilaban en promover violentos disturbios para demostrar su fuerza, destruir los templos de los infieles y acallar las voces.
Hipatia formaba parte de la élite fiel a sus antiguas ideas y creencias; velaba por el legado clásico en un ambiente que se volvía hostil hacia la herencia ilustrada del helenismo. Algunos de los testimonios conservados proceden de dos historiadores eclesiásticos, Filostorgio y Sócrates el Escolástico, que escribieron unos veinte años después del crimen y no ocultaron su molestia ante aquel acto fanático.
Y es hasta 1910 que se tienen registros de la participación decisiva de la mujer. En la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de Clara Zetkin, se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta fue respaldada de manera unánime por 100 mujeres procedentes de 17 países, entre ellas las tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finés.
En ese mismo año, pero en España, a partir del 8 de marzo de 1910 la mujer pudo acceder a la enseñanza superior en igualdad de condiciones que el hombre, cuando se aprobó una real orden que autorizó la misma de matrícula de alumnos y alumnas.
Un año después y como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, y que exigían para las mujeres el derecho de voto, ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Unos días después sucedió uno de los hechos con mayor trascendencia y repercusión mundial en materia política, laboral y social para las mujeres. El sábado 25 de marzo, se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York que en su época se consideró el más mortífero desastre industrial en los Estados Unidos.
El fuego causó la muerte de 146 trabajadoras textiles. La mayoría de las víctimas eran jóvenes mujeres inmigrantes de Europa Oriental y Meridional de entre catorce y veintitrés años de edad, la más adulta tenía 48. Y es que, desde 1909, las trabajadoras textiles exigían un trato digno y seguro para ellas y en plena manifestación se encerraron en la fábrica.
Lamentablemente vino la tragedia que se debió a un descuido, y a la imposibilidad de salir del edificio en llamas, pues los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de las escaleras y salidas; una práctica común para evitar y reprimir los movimientos obreros. El hecho provocó importantes cambios legislativos con respecto a las normas de seguridad y salud laborales e industriales.
Entre 1913 y 1914, en la antesala de la primera guerra mundial, surgieron movimientos de mujeres en pro de la paz, y en Rusia decidieron celebrar su primer Día Internacional de la Mujer el último domingo de febrero. En el resto de Europa, las mujeres celebraron mítines en torno al 8 de marzo para protestar contra la guerra y para solidarizarse con las demás.
Pasados tres años, el 8 de marzo de 1917 sucedía una manifestación con motivo del Día Internacional de la Mujer, evento que progresivamente alcanzó un fuerte tono político y económico, pues la hambruna que comenzó a padecerse desde un mes atrás originó mítines y revueltas en la capital Petrogrado, actual San Petersburgo. La manifestación y las largas filas para conseguir comida se convirtieron en reclamos espontáneos contra la monarquía. El hecho fue considerado el antecedente inmediato de la Revolución Rusa.

Ya para 1975, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, la Organización de las Naciones Unidas institucionalizó la asignación y celebración del Día Internacional de la Mujer por primera vez, el 8 de marzo.
Pero en Latinoamérica los acontecimientos represivos contra las mujeres también sucedieron. El día 8 de marzo de 1986 en Santiago de Chile, y en vísperas del Día Internacional de la Mujer, millares de mujeres desfilaron al grito de “si Marcos ya se fue, le toca a Pinochet”. Pero la policía intentó disolver la manifestación con vehículos cisterna, gases lacrimógenos y bastonazos. El resultado fue 101 mujeres detenidas, decenas de heridas, y dos autobuses quemados.
En 1995, la Declaración y la Plataforma de Beijing presentaron una hoja de ruta histórica firmada por 189 gobiernos, en la que se estableció la agenda que reconoce la materialización de los derechos de las mujeres.
Para este 2018, la ONU ha determinado la conmemoración como “un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de mujeres de a pie que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades”.
Este año, bajo el lema “Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres”, la ONU se sumará a un movimiento mundial por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres.