Natalia Eguiluz*

En el neoliberalismo la precariedad laboral es bastante común, la población que tiene un trabajo remunerado frecuentemente se enfrenta a jornadas de más de ocho horas, sin acceso a servicios médicos, sin contrato, con salarios bajos, sin prestaciones, aguinaldos, primas vacacionales, etcétera. Dicha situación la viven y afecta tanto a mujeres como a hombres, pero de manera diferenciada, ya que a pesar de que la inserción masiva de las mujeres al mundo laboral remunerado tiene larga data, y la lucha por sus derechos ha sido ardua, el trabajo doméstico y de cuidados sigue recayendo principalmente en ellas, por lo cual, además de desempeñar una labor remunerada, al regresar a casa la mayoría de las mujeres destinan varias horas al trabajo en el hogar, mismo que, aunque representa un aporte sustantivo al producto interno bruto de un país, sigue siendo invisibilizado.
Asimismo, las mujeres enfrentan discriminación y violencia en el espacio laboral, por ejemplo la brecha en el salario con respecto a los varones, problemas de acoso sexual e insuficiencia —o carencia total— de acceso a guarderías para quienes tienen hijos o hijas. De hecho, de acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el primer trimestre del año 2018 “el 77.4 % de las mujeres trabajadoras subordinadas y remuneradas no [disponían] del servicio de guardería o cuidados maternos y única-mente el 22.6 % [tenían] acceso a él”.1 En cuanto a las mujeres que se dedican a la cultura y el arte, podríamos decir que de manera frecuente no existe un contrato, no reciben una remuneración fija, aguinaldos o prestaciones, tampoco cuentan con acceso a guarderías y a servicios médicos. Y aunque “la igualdad de participación, acceso y contribución a la vida cultural de las mujeres y los hombres es un derecho humano”,2 de manera sistemática las mujeres tienen menores posibilidades para producir y difundir su trabajo.
Estas desigualdades en el ámbito de la cultura se pueden constatar en prácticamente cualquier área. En el caso del cine mexicano, por ejemplo, nuestro país según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Focus del Observatorio Europeo del Audiovisual está ubicado entre los 20 países con mayor producción cinematográfica, y entre los tres primeros lugares de Latinoamérica, sin embargo en 2017, del total de producciones que salieron a la luz, sólo el 34 % de la películas fueron producidas y 30 % escritas por mujeres,3 asimismo en la función de dirección las mujeres son muy pocas, si bien, en los últimos años su participación ha ido en aumento.4 De hecho, en el caso del género documental —el cual trata de visibilizar y analizar algún aspecto de la realidad— varios documentales están siendo dirigidos o escritos por mujeres, lo cual es relevante.
Por otro lado, hay que señalar que no por el hecho de que una película sea producida, escrita o dirigida por una mujer significa que tendrá una perspectiva crítica, ni que visibilice las historias de las mujeres o cuestione la situación de desigualdad que enfrentan. Pero hay cineastas que sí lo han hecho —y desde hace varios años—, una de ellas es Maricarmen de Lara,5 quien ha tratado en su obra fílmica diversas temáticas relacionadas a las construcciones de género en el trabajo y las problemáticas que viven las mujeres, entre ellas la pésima situación laboral de las trabajadoras en la industria textil. Tal es el caso del documental de su autoría No les pedimos un viaje a la luna6 (1986) en el cual dirige su mirada hacia las costureras mexicanas y aborda la lucha de las mujeres por hacer valer sus derechos en tanto trabajadoras, pero también por la defensa de su derecho a la vida.
Dicho documental se ubica en la tragedia que se vivió durante el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, en el que, entre otras calamidades, “más de 800 talleres [o fábricas] de costura, muchos clandestinos, donde trabajaban miles de mujeres”7 se derrumbaron. Lara muestra las condiciones laborales en las que se desempeñaban las costureras en un edificio de la colonia Obrera y, a través de testimonios e imágenes, da cuenta de cómo las vidas de estas mujeres no eran importantes para las empresas ni para el gobierno mexicano: al mantenerlas encerradas después de cierta hora en su espacio laboral, varias no lograron salir del edificio y, posterior al sismo, recuperar telas y maquinarias fue más importante que salvar la vida de las mujeres o rescatar sus cuerpos. El documental se enfoca también en la lucha que emprendieron y los obstáculos políticos y por cuestión de género que enfrentaron para construir el Sindicato de Costureras “19 de septiembre” liderado por una mujer.
Después de 32 años, el sismo ocurrido en la Ciudad de México en el año 2017 no sólo coincidió dramáticamente con la fecha en el que aconteció el anterior, sino también con el desplome de un edificio donde nuevamente mujeres trabajadoras de la industria textil en condiciones precarias perdieron la vida.
Cotidianamente vemos el glamour de la moda en revistas, publicidad, televisión y en los aparadores de tiendas promoviendo estereotipos de belleza racistas, así como el control del cuerpo femenino y el consumismo de prendas, pero lo que casi siempre queda oculto es la explotación de las trabajadoras que forman parte de ese proceso de producción.
En el orbe, existen millones de trabajadores y trabajadoras de la industria textil y la gran mayoría son mujeres, mismas que viven diariamente la violación de sus derechos.8 Por lo tanto, resulta crucial seguir hilando miradas que permitan visibilizar las distintas formas de trabajo precario que existen en nuestro país y en el mundo, miradas que cuestionen al sistema capitalista neoliberal y tomen en cuenta la situación de las mujeres, pues para transformar la realidad tenemos que conocerla.
*Artista plástica feminista, Maestra en Estudios de la Mujer (Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco).
1 Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (2018), Mujeres y hombres en México 2018, INEGI, México, p. 132, disponible en <http://internet.contenidos.inegi.org.mx/contenidos/Productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/702825100766.pdf>, fecha de : 25 de enero de 2019.
2 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (s/f), “Igualdad de Género y Cultura”, en UNESCO, disponible en <http://www.unesco.org/new/es/culture/gender-and-culture/gender-equality-and-culture/>, fecha de consulta: 23 de enero de 2019.
3 Gaytan, Patricia (2018), “Inequidad de género en el cine mexicano. Las mujeres aún tienen que luchar contra corriente para abrirse camino en el cine mexicano”, en Gatopardo, 24 de octubre, disponible en <https://gatopardo.com/cultura/medios/inequidad-de-genero-en-el-cine-mexicano/>, fecha de consulta: 25 de enero de 2019.
4 Idem.
5 Bartra, Eli (2008), “Género y feminismo en la obra cinematográfica de Maricarmen de Lara” en Debate Feminista, vol. 37, núm. 19, abril, pp. 163-176, disponible en <http://www.debatefeminista.cieg.unam.mx/wp-content/uploads/2016/03/articulos/037_12.pdf>, fecha de consulta: 25 de enero de 2019.
6 Anden Calacas ([1986]2014), “No les pedimos un viaje a la luna”, en YouTube, dirección y guion por Maricarmen de Lara, fotografía de Maripi Sáenz, México, disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=1pk6pZAJ8_8>, fecha de consulta: 26 de enero de 2019.
7 Nájar, Alberto (2017), “Terremoto en México: por qué la historia del edificio que se desplomó en tres segundos revivió el fantasma de las costureras muertas en el sismo de 1985”, en BBC News, 21 de septiembre, disponible en <https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41345526>, fecha de consulta: 23 de enero de 2019.
8 Véase documental The True Cost(2015), dirección y guion por Andrew Morgan, Francia, LifeIsMyMovieEntertainment.